Desde el lunes 27 al viernes 31, en Santander, 75 personas provenientes de toda España (y no solo) han participado en la I Formación de la Catequesis del Buen Pastor a nivel nacional. Hemos presentado las bases teóricas, pedagógicas y teológicas fundamentales y presentaciones de I nivel y II nivel en grupos separados. Pero no ha sido simplemente un curso de formación, sino un auténtico camino espiritual.

Los participantes han mostrado una alegría y un agradecimiento sorprendentes. En la evaluación final, confiesan:
_ El curso me ha llenado de ilusión y esperanza con respecto al ministerio de Anuncio del Evangelio. Es una nueva forma de ver nuestra labor de educador.
_ Me he dado cuenta que es necesaria la calidad en las cosas de Dios; no porque sea para niños vale cualquier cosa.
_ Salgo del curso con una nueva alegría interna, un replantearme la vida y mirar más allá de las palabras y los hechos (algo más que con paciencia iré descubriendo).

A la pregunta si el curso le ha aportado algo a nivel personal, una persona responde:
_ ¡Claro que sí! La escucha activa, el silencio, la gentileza y delicadeza, la observación estudiosa y la contemplación mediante la oración en el “trabajo” ha sido altamente significante. Ha sido un llamado de atención directo del Señor de una forma personal a mi!
_ El curso me ha llevado a descubrir: la sencillez, el material, el poder de la Palabra.
_ A nivel pedagógico he descubierto la importancia del lenguaje; la sencillez de palabra; la ternura en el trato, la compostura y firmeza en las decisiones. La forma de acompañar.
_ Nosotros no descubrimos, damos herramientas para que los niños hagan el viaje por sí solos!
_ Todo en general. Los pequeños detalles como una forma de amar en lo concreto. Educa todo; no solo el contenido.

Cuando hemos preguntado si recomendarían esta formación a otras personas...
_ Sí, porque me parece lo más natural y pedagógico que he conocido.
_ Mi opinión es muy positiva por más que suponga una “imposición” y acortar las vacaciones. Lo recibido va más allá de lo profesional y sería una pena no haberlo podido recibir. Una vez conocida la CBP no hay marcha atrás.

Del día 6 al 13, en el Colegio Santa María de Guadalupe del Callao, se ha llevado a cabo un Curso Intensivo de iniciación a la CBP. Han participado unas 40 personas: profesores del claustro del colegio (de los padres Cooperadores de la Verdad) y miembros de Misión Compartida de las Hermanas de la Doctrina Cristiana. Han sido días intensos pero muy bonitos.

Algunos participantes comentan así la experiencia:
_ El curso ha sido agradable, sobre todo para descubrir los misterios de la Eucaristía, los signos y las parábolas. He ido descubriendo a Dios en mi vida y como voy en mi relación con él y como mejorarla. Me parece una buena presentación, pero muy corta: debería haber más cursos al año.
_ En los momentos de cerrar los ojos y meditar un poco, he sentido una paz que casi nunca siento. Esta formación me hace pensar en mi vida, en como voy mejorando.
_ He recibido conocimientos que nunca antes había recibido en ninguno de los sacramentos o clases de religión en la escuela. Estoy muy sorprendida y agradecida de haber aprendido cosas nuevas sobre la fe; espero seguir aprendiendo más para beneficio de mi familia, niños, amigos y mío.
_ He descubierto que el niño es una realidad que Dios ha creado y que es lo más maravilloso; que el niño nos ayuda; tiene un potencial que se deba ayudar a desarrollar. Este programa de formación para catequistas debería ser difundido mundialmente para poder enseñar al niño lo que encierra: el amor a Cristo y al prójimo. 
_ A nivel personal este curso me ha aportado muchas ideas para trabajar en la catequesis y también interiormente: cómo me ubico en el amor de Dios, cómo respondo, cómo lo busco, cómo lo amo... La CBP me ayuda a interiorizarlo con detalles de orden, paciencia, silencio, delicadeza...
​_ Para mí el curso ha sido importantísimo como forma de mirar más a Jesús y al milagro de cada Eucaristía: en ella está todo lo que necesito. He descubierto que todos estamos llamados a estar con Cristo y que por más pequeño que sea yo o mi fe, aún así Dios tiene un plan conmigo.